Diario de una mudanza
Hoy he intentado abrir la puerta de mi edificio que da a la calle, y he estado un buen rato tirando sin ser capaz de abrirla, hasta que me he dado cuenta de que no tenía que tirar, sino que empujar. Luego, he ido a beber agua del grifo y me he quedado paralizarda dudando, como si de repente, por cambiar de código postal, el agua ya no fuera potable. Y como estas, otras tantísimas cosas, cosas minúsculas, tonterías sin importancia que van sumando y van sumando y al final me dejan como estoy: totalmente desubicada. He pasado tantos años sabiendo exactamente a dónde iba cada vez que salía de casa, conociéndome todos los caminos con los ojos cerrados, que ahora se me retuerce en las tripas el extraño miedo a no saber dónde pisar. Me quedo de pie en el umbral, mirando de lado a lado, pero no sé qué camino tomar para llegar a donde quiera que quiera ir. Desubicada es la palabra. Todos los ruidos son raros y me pesan casi tanto como los ruidos que odiaba pero que me eran familiares. Toda mi v...