Pongamos...

Una vela, por favor.

O dos, y de paso cerillas, o un mechero.
que éste lugar es oscuro y frío y no sé por dónde pisar.

Podría haber jurado que conocía este sitio como la palma de mi mano, que ésta era mi casa, que no necesitaba luces, ni mapas, ni ruidos para guiarme.

me equivocaba.

No conozco este lugar. Éste sitio, ésta casa, ésta almohada, éstas mantas y éstas paredes, incluso el suelo y el monstruo de debajo de la cama.
Son tan extraños que dudan incluso de mi.
Es una habitación de hotel donde no eres más que un invitado, es un lecho de paso del que te marcharás a la mañana siguiente, es esa soledad que te tiene una emboscada cuando estás más acompañado, es esa sensación que te recuerda que no perteneces aquí, que estás de prestado, que éste no es tu hogar.

Y ahora, mirando al techo enmohecido con goteras de olvido y abandono, me doy cuenta de que no es éste el sitio en el que quiero estar. No son éstas las voces que quiero oír, y no puedo dejar de pensar que en ésta parte del país no migran las mariposas.
El sonido de la calma, la lluvia y el mar se me hace insoportablemente alto, yo quiero coches y ambulancias, y las risas de los borrachos que se dejan caer en la acera de mi calle.
El brillo de las estrellas me ciega, yo quiero un cielo oscuro y vacío y farolas que nunca se apagan.
Quiero la vida que respira Madrid por los poros. Quiero una sonrisa en cada esquina y olor a navidad en una cinta de medir. Quiero noches sin dormir, quiero entrar a un cine porque sí, quiero no elegir, quiero que me arrastren. Resbalar en el hielo y levantarme, soñar despierta que se cumplen todos mis sueños. Quiero salir un domingo y ver borrachos por las calles, que nada sea nunca suficiente y querer siempre más y mejor.
Quiero cosas que nunca creí encontrar, y guardarlas en una caja rosa, con estampado de leopardo y lazos, junto a un peine de Hello kitty que se enreda en mi pelo y me recuerda que las mariposas son más fuertes que la soledad.

Éste lugar está muerto, la vida se la lleva el mar. Las calles desiertas lloran lágrimas de polvo y arena, y ni se oyen ni se ven, porque en éste lugar no hay nadie.
Y yo soy sólo un copy-paste que tarde o temprano se acabará borrando. Porque en éste lugar sí que no queda sitio para nadie.
Así que soñaré que hablo de Madrid, y hasta que no sea hora de volver, que nadie venga a despertarme.

Comentarios

Yuna ha dicho que…
Jopé...
Que no había leído este texto tan triste =(
Me alegro de que hayas visto un arcoiris, Qoyis.

PD: Las mariposas son más fuertes que la soledad precisamente porque ese peine se enreda en tu pelo. Sino... A saber qué sería de ellas a estas alturas.

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