Pongamos que hablo de Madrid
Te cobrará cada paso que des al precio del aire que respiras, y muchas veces, la mayoría, no tendrás fuerzas ni para caminar, ni para respirar. Se tragará tu vida como se traga el humo de los coches, y el de los cigarros, y el de los porros, pero a veces, cuando se sienta generosa, te la devolverá envuelta en pedazos de papel, reducida a un puñado de azúcar (muy amargo, y muy poco azúcar)
¡Y qué vivo te hará sentir! sin que te des cuenta de que sólo sientes lo que ella te deja.
Puedes tenerlo todo, todo lo que quieras, aquí nadie puede decirte que no, y a nadie le interesa, sólo eres otra historia triste, que reinventarán en papeles usados esos que regalan su arte por la voluntad en las esquinas de Gran Vía.
Madrid te lo dará todo, pero no podrás quedarte con nada, es un préstamo que dura hasta que el banco te embargue las ganas de preguntar, igual que les ha embargado a todos las ganas de saber responderte.
No podrás quedarte con la gente a la que encuentres (y te encuentre) por el camino, te prestarán una exhalación eterna de su risa, que hará eco en las esquinas hasta que olvides dónde poner los puntos y las comas, y a comportarte como una persona normal.
A Madrid no le gusta lo normal.
Olvidarás de qué color son las estrellas, y el cielo cuando es de noche y no lo enfocan las señales de los musicales y la policía, pero podrás perderte por donde quieras sabiendo que nunca te quedarás a oscuras, y si lo haces, siempre habrá algún desgraciado, también perdido, que te encienda una luz.
Nunca dejará que estés solo, te rodeará de bolsas de supermercados y tiendas de ropa, que te rozarán cada dos pasos para recordarte que no tienes espacio para pararte a mirar el cartel medio muerto en la pared, que dice que nos han drogado la libertad, y nos la dan a sorbos en cajas de medicinas.
Tendrás que dejar todo tu equipaje en el banco de algún parque, donde un chorizo aficionado creerá encontrar la cura contra la soledad, y sólo encontrará dinero. Te hará volver a nacer, y volver a inventarte, mientras te muestra en pedazos de botellas rotas, quién eres, y dónde estás.
Los destinos caducarán, y no sabrás ver más futuro que coger el mismo metro a la misma hora, a la mañana siguiente.
Los destinos caducarán, y no sabrás ver más futuro que coger el mismo metro a la misma hora, a la mañana siguiente.
Pero a cambio de todo lo que le des, Madrid te dejará olvidar al mundo en sus calles escondidas, te dejará mandar a la mierda a quien quieras, y aprender de quien quieras, y perder la cabeza por quien quieras. Te hará memorizar canciones, a estrofa por esquina, y estribillo por barra de bar. De esas canciones que son como fumar, una vez aprendidas, ya nunca se olvidan, y te contarán tu vida cuando contraigas el Alzheimer de los que se han olvidado hasta de sonreír.
Te hará cruzarte con personas que brillan, cerillas encendidas que nunca han aprendido a apagarse, y si eres un poco listo y un poco valiente y tienes cojones de acercarte, te encenderán a ti también.
Madrid hará que te lo cuestiones todo, y te dejará mil respuestas garabateadas en las paredes, para que elijas la que más te gusta. Lo dejará todo en continuo desorden, te hará buscarlo las veces que haga falta, para asegurarse de que sigues pensando, de que no te duermes.
Te guiará hasta antros escondidos que son como el País de las Maravillas. Te devolverá en mañaneos cada paso que le das. Madrid no entiende de miedos, ni de supersticiones, busca tu suerte y busca tu camino, y llegarás a casa.
Te enseñará a decir que sí a todo, hasta a lo más ridículo, que resultará ser lo más importante. Habrá música en todas las esquinas, a todas horas, para que le pierdas el miedo a bailar con los ojos cerrados y las manos abiertas y el control por los suelos. Bailarás hasta en los bancos de las calles, porque puedes.
Tendrás que darle muchas cosas a Madrid, y a veces sentirás que te ha dejado vacío, y solo, y que no te queda nada. Y luego, después de mucho buscar, y de mucho llorar, y de mucho perderte, te darás cuenta de que te has hecho más fuerte, y más valiente, y de que puedes hacer lo que quieras.
Madrid no te dejará arrepentirte de nada.
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