Gente que brilla
La única gente que me interesa es la gente que brilla.
Brillan como gotas de agua al sol, como el mar, mi playa en Madrid. Gente que vive, ¡y cómo viven! Lo viven todo, por si mañana ya no despiertan, lo ríen todo, y su risa son pompas de jabón y purpurina, y te obligan a vivir para que no te dejes morir en cualquier baño, y te obligan a reír, para que te comas el mundo con sonrisas y a bocados.
Sólo tienes que seguir las pisadas de pintura fluorescente en el suelo, seguir el rastro de la luz doblando las esquinas, aunque a veces te haga desaparecer, porque la mayoría de las veces, te hará encontrarte.
Respira su vida, atrévete con todo; improvisar, olvidar los planes, hacer camino al andar, hacer locuras, vivir el momento, tragarte el humo, bailar sobre los bancos de la calle, ver el mundo desde arriba, descolgarte del suelo, sacudirte la gravedad de encima, flotar, que la vida no sea despertar y dormir, que sea siempre despertar, estar despierto hasta cuando estás soñando, vivir de manera que tu realidad sea mejor que cualquier fantasía.
Ha salido de un sueño, esta gente que brilla, quizá del sueño de otro, pero una vez encontrados, te dejarán soñarles siempre que quieras.
Te arrastran hasta el borde del precipicio, y saltan, y saltas, y no hay nada a lo que tenerle miedo, y nada de lo que arrepentirse. Ya te arrepentirás al despertar (o no) Da igual “¿De dónde has sacado a toda esta gente tan maravillosa?”
Hay que conocer a mucha gente para averiguar el tipo de gente que te gusta, y a mi sólo me interesa la gente que brilla, como faros, y te rescatan del naufragio las veces que haga falta, porque sólo saben encender, y nunca aprendieron a apagarse.
Rodearte de gente a la que admires, que te sorprenda, que te deje sin aliento, que brille tanto que a veces te consuma, que te rete a brillar más, a ser mejor, a reír mejor y más alto, a pensar más fuerte, a hablar con menos cuidado, a caminar mirando al cielo y no al suelo, ni al frente.
Gente que brilla y te enciende, que no se conforman con chispas y prenden fuegos por donde pisan, y nunca se extinguen, y nunca se hacen cenizas. Te enseñarán a cuestionarlo todo, a no conformarte, a ver las cosas en alta definición, a ver las cosas que nadie quiere que veas, a probar las cosas que nunca te dejaron probar, a emocionarte con todo lo que hagas, con todo lo que veas, con todo lo que oigas. Vivir emocionado te hace inmortal.
Valdrá la pena arriesgarse a vivir, aunque a veces salga todo mal, porque la gente que brilla, brilla incluso cuando al mundo le han cortado la luz.
Verles vivir es como vivir, y te recuerda que aún no estás muerto.
Y que tú, también, brillas.

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