felíz final

Recuerdo un día hace mucho, sentada al borde del precipicio, en el suelo de un baño cualquiera cogiendo una llamada que me ponía el futuro en las manos, y me retaba a cogerlo, a sabiendas de que yo nunca había tenido cojones. Tal vez era eso lo que había necesitado todo el tiempo, tener las manos demasiado ocupadas como para pensar en ahorcarme. Entonces fue como caer en el agujero hacia el País de las Maravillas donde todo es caos y pérdida y un contínuo tira y afloja contra una mente que amenaza con venirse abajo cada vez que dejas de moverte. Aún veo las piezas del puzzle más imperfecto del mundo desparramadas sobre un suelo manchado de pintura, con los bordes tan mojados que ya eran incapaces de encajar. Comprendí mucho más tarde que hay cosas que tienen que romperse por completo, antes de que los caminos puedan volver a juntarse. Un enorme espacio vacío que se sacudió el polvo a base de pequeños pasos adelante, y miradas de reojo hacia a...