Vivir a pares

Yo también soñé con encontrar una pieza que encajara,
una mano fuerte que enlazara entre sus dedos mis costillas,
que aferrara mi corazón como eslabones de metal enganchándose en mis venas.
Soñé con una mirada que reflejara el sol que esquivaba mis pesadillas más sinceras,
y una sonrisa que me hiciera grande, como si yo la mereciera.

Qué sueño tan triste me parece ahora, cuando lo veo con la distancia
que da el haberme visto entera.
¿Quién me iba a decir, que todo lo que estaba mal en mi
no era culpa mía?
¿Quién me iba a decir, que el hormigueo en las puntas de mis dedos,
y el anhelo que amenazaba con implosionarme dentro del pecho,
no nacían de todo aquello que yo creía querer?
Que la voz que me decía “ve por el camino más oscuro, porque hay una luz al final del túnel”
resultaría tener razón.

Donde esperaba encontrar candados, encontré llaves.
y donde buscaba dedos enlazados encontré letras de canciones,
que en vez de decirme “quédate”
me decían “vete lejos y busca lo que quieres”
Y ahora, ahora que sé lo que es echar de menos los distintos tonos de la risa,
las diferentes formas en las que se puede sostener una mano,
ahora que sé lo que se siente que me apriete el pecho la distancia,
Ahora, ahora más que nunca, siento pena de aquel sueño,
porque vivir a pares me parece vivir a medias,
y no porque dude de la magia de quien camina a mi lado,
sino porque cuando algo es mágico acapararlo debería ser un crimen.
Un puñado de luciérnagas juntas son capaces de dejarte ciega,
una flor con todos sus pétalos siempre será más bella
que ese “me quiere no me quiere” que nunca acaba en un “me quiero”

Cuando me tire del tejado, ojalá haya un par de manos fuertes
a cada lado de la lona.
Sólo dos manos, en mi experiencia, no conseguirían salvarme.
Ojalá me elijan a sabiendas de que nunca exigiré que se queden,
ojalá no me hagan daño aun sabiendo que lo perdonaría
prácticamente todo.
Espero que el amor no me encierre en una habitación sin ventanas,
espero que en me abra tragaluces,
porque me sabe capaz de llegar al cielo,
y que pueda llamarlo amor precisamente por eso.

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